lunes, 13 de mayo de 2013

EL CUENTO MARAVILLOSO - MATERIAL DE ESTUDIO


De hadas, princesas y finales no siempre felices: los cuentos maravillosos

Carla Masmun daysleepercm@yahoo.com.ar
Ilustración por Rosario Lix Klett
Los cuentos de hadas nos ofrecen historias con seres maravillosos en universos y tiempos lejanos. En la actualidad son identificados como literatura infantil, lo que ha producido dos consecuencias. Por un lado, el término “infantil” es muchas veces leído como algo de menor trascendencia o calidad frente a la “gran” literatura. Por otro, estos cuentos fueron en su origen relatos para adultos, y sólo devienen literatura para niños después de haber sufrido una serie de adaptaciones y mutilaciones. Nos interesa aquí retomar algunas reflexiones alrededor de los cuentos maravillosos y su actualidad.
Para introducirnos en el tema, resulta necesario establecer una distinción entre los llamados “cuento de hadas” y el cuento maravilloso. Si bien algunos autores utilizan la expresión “cuento de hadas” para referirse a historias maravillosas aún si carecen de seres sobrenaturales, preferimos adoptar la conceptualización que desarrolla Tzvetan Todorov.
En su estudio Introducción a la literatura fantástica (1), Todorov define al cuento maravilloso como aquél que hace necesario instaurar un nuevo orden lógico para explicar los hechos. El autor establece una diferenciación entre distintas variantes del género. Así, lo “maravilloso hiperbólico” alude al tamaño irreal de objetos o de seres; lo “maravilloso exótico” excusa su irrealidad apoyándose en su procedencia desconocida; lo “maravilloso instrumental” supone herramientas irreales en un contexto real; y lo “maravilloso puro”, se refiere a hechos, personajes y lugares que son absolutamente irreales.
La lógica de construcción de estos relatos supone que los cambios en la historia marcan una compensación moral, sea la recompensa en la versión de “La Cenicienta” (la joven sirvienta se casa con el príncipe) o el castigo en “Caperucita Roja” (el lobo se come a la niña), ambos cuentos de Charles Perrault. Las historias se desarrollan en tiempos remotos y espacios maravillosos, y entre los personajes es posible encontrar seres sobrenaturales. Muchas de estas historias tenían un contenido moral cuya función era la de ofrecer normas de conducta a los lectores, aspecto que se hará más evidente con las posteriores adaptaciones.
El auge del cuento maravilloso coincide con la gestación y el desarrollo del Romanticismo en Inglaterra, Alemania y Francia hacia las primeras décadas del año 1800. Para 1815, el pensamiento del Romanticismo se extenderá por toda Europa. Este movimiento surge en oposición a las normas impuestas por el Clasicismo Francés (2), con su estilo armónico, su énfasis en la proporción y su lenguaje refinado. Para ello recuperan problemáticas y conceptos que precedieron a la época de las Academias de arte en Francia (siglos XVII y XVIII). La imaginación y el sentimiento se ubican en el centro de la escena, haciendo de la expresión la función primordial del arte.
Dentro de este contexto, el Romanticismo recupera a la Naturaleza como la posibilidad de conectar al hombre con lo espiritual. Esta concepción se relaciona con el lugar otorgado a la Naturaleza durante la Edad Media y el Renacimiento. A su vez, se recuperan de tradiciones populares criaturas que serán personajes en cuentos maravillosos, como las brujas, los duendes, las hadas y los elfos, entre otros. El sueño, lo mágico y lo fantasmal permiten alejarse de la realidad cotidiana para acceder a otros universos. Esta reutilización de elementos que formaban parte de la tradición oral fue llevada a cabo por literatos que se encargaron de recopilar y fijar por escrito las historias, y estaba estrechamente relacionada con el surgimiento del folklore (3) y la creación del término “pueblo” como concepto innovador. Por oposición a la tendencia aristocrática del Neoclasicismo, el Romanticismo apelará a la burguesía y a las clases populares.
En consonancia con el pensamiento de Johann Gottfried von Herder y la valoración de las lenguas nacionales, los intelectuales del Romanticismo encontraron en la cultura popular una fuente de historias maravillosas que expresaron en un lenguaje alejado del preciosismo clásico. Así, mientras los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm, filólogos, recopilaron en Cuentos para la infancia y el hogar (dos volúmenes de 1812 y 1815, ampliados en 1857) cuentos folklóricos alemanes como “Hansel y Gretel”, “Las doce princesas bailarinas” y “El sastrecillo valiente”, Hans Christian Andersen hizo lo propio en Historias de aventuras para niños (1835) y en otros tres volúmenes de cuentos de 1838, 1843 y 1872 creando clásicos como “La sirenita”, “El patito feo” y “El soldadito de plomo”. Casi dos siglos antes Charles Perrault, defensor de los modernos (4) en la Querella de los Antiguos y los Modernos (1688), recopiló cuentos populares europeos e historias del napolitano Giambattista Basile (“La Cenicienta”), explicitando en sus moralejas las conductas morales que se consideraban apropiadas.
La obra de Ivan Andreevich Krylov (“El gato y el cocinero”) y E. T. A. Hoffmann (“La muñeca”, “Coppèlia”) ha sido relacionada con la obra de los Grimm y de Andersen, aún cuando en el caso de Hoffmann sus historias excedan el planteo moral. Más lejos aún están Los viajes de Gulliver (1726) de Jonathan Swift y Alicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carroll, tanto por ser novelas como por su peso satírico y la sutileza de sus juegos metalingüísticos.
A pesar de esto, tanto las novelas de Carroll y Swift como los cuentos de Perrault, Andersen, Hoffmann y de los hermanos Grimm, han sufrido las adaptaciones que transformaron los relatos en “cuentos para niños”. Estas adaptaciones que se realizaron entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX tuvieron por objeto suprimir el contenido “violento” de algunas historias, así como instaurar la norma del “final feliz”. En el desenlace de “Caperucita Roja” de Charles Perrault, Caperucita y su abuela son comidas por el lobo. En la adaptación más conocida, aparece un nuevo personaje, el cazador, que mata al lobo y rescata a las dos víctimas.
Víctor Montoya opina que las adaptaciones “lejos de mejorar el valor ético y estético del cuento, tuvieron la intención de moralizar y censurar las partes “crueles”, arguyendo que la violencia era un hecho ajeno a la realidad del niño y algo impropio en la literatura infantil” (5). Montoya recupera algunas de las historias que sufrieron modificaciones por su contenido violento no apto para niños: “Piel de Asno” (el rey enviuda y quiere casarse con su propia hija), “Grisalida” (una mujer es víctima del abuso moral por parte de su marido), “La bella durmiente” (la madre del príncipe, una ogresa, muere después de intentar comerse a la princesa y sus dos hijos) y “El enebro”, (la madre muere al dar a luz a su hijo, el padre del niño vuelve a casarse pero la madrastra los odia, razón por la cual decide asesinar al niño y culpar a su propia hija. Cocina al niño y alimenta al padre con él, pero el castigo llega cuando el pájaro del enebro, espíritu de la madre del niño, resucita al hijo y la madrastra muere).
Es siguiendo estas modificaciones para evitar los hechos violentos como el cine se ha acercado a los cuentos clásicos. Para muestra vale cualquier película de Disney (desde la versión de “Blancanieves” de 1937 hasta “La sirenita” o “La bella y la bestia”). Dejando de lado esta tradición, resultan más que interesantes “Shrek” y “Shrek 2” de Dreamworks, no sólo por su juego intertextual con los cuentos maravillosos, sino por la densidad semántica que ofrecen. El caso de “Charlie y la fábrica de chocolates” de Tim Burton (basada en la novela de Roald Dahl), estrenada hace pocas semanas en Argentina, planteó en Estados Unidos una polémica que parece dejar en claro que pese a los estudios realizados desde la literatura y la psicología (6), aún no se han superado los pruritos sobre qué pueden ver los niños, olvidando que en cinco minutos de cualquier programa televisivo se los expone a contenidos mucho más cuestionables.
El problema sigue siendo a quién se dirigen las obras, pero sobre todo, qué se adapta y cómo. Con más de un cuento maravilloso de los que hemos nombrado en este artículo se han hecho obras que permiten conciliar al adulto con lo maravilloso. La otra pregunta que queda flotando (porque no tenemos una única respuesta para ella) es por qué, en ciertos momentos históricos, la fantasía y lo maravilloso tuvieron un peso que en la actualidad casi no se sostiene. Tal vez el fin de la Posmodernidad permita dejar de lado momentáneamente la deconstrucción de los clásicos para crear a partir de nuevas lecturas. Y por qué no, para permitir gozar de lo maravilloso en pleno siglo XXI.
 Cuentos de hadas... para los niños de hoy




Ligados a la religiosidad, la magia y los ritos de iniciación de comunidades las arcaicas, los cuentos de hadas se originaron  en países muy diversos. Su difusión y continua reelaboración en la tradición popular está relacionada con  arquetipos transculturales. Este origen popular y su perdurabilidad en el tiempo parecen abogar por sí mismos a favor de estos cuentos. Sin embargo, siempre fueron un tema controvertido.
Lo conflictivo de sus temáticas y la crueldad con que las abordan las versiones originales, su origen
extranjero, la profusión de personajes aristocráticos y ciertos roles sociales estereotipados han sido objeto de crítica durante algunas décadas. Por último, los cuentos de hadas fueron blanco de quienes con toda justicia buscaban romper una larga y pesada herencia de didactismo en la literatura infantil, dentro de la cual los géneros tradicionales fueron utilizados con fines moralizantes. Más allá del valor crítico de ciertas lecturas contrarias a los cuentos de hadas, conviene destacar la complejidad de todo hecho estético, que se resiste a ser abordado desde una sola perspectiva, por legítima que ésta parezca. La distancia   existente entre la realidad y la representación estética, las exigencias de género literario y el hecho de que los textos artísticos sean portadores de múltiples informaciones en  diversos planos, hace necesaria la revisión de su lectura, evitando todo reduccionismo.
Recordemos que durante el mismo período en que eran criticados, también se alzaron voces que defendían el aporte de estos cuentos al desarrollo de la imaginación infantil y a la elaboración  de temores propios de las distintas etapas del crecimiento del niño. Finalmente, a la coincidencia entre el tipo de pensamiento que subyace a estos cuentos y el pensamiento infantil, se sumó como argumento en defensa de estos cuentos la simplicidad de su estructura narrativa, que los hace fácilmente aprehensibles desde el punto de vista intelectual.
      Teniendo en cuenta el éxito editorial que estas narraciones tienen en la actualidad y, por lo tanto, el nuevo impulso que cobraron en la difusión social, se hace oportuno volver a pensar en ellas desde el lugar de los adultos que  somos en la actualidad y desde el niño que fuimos y alguna vez se disfrutó de poder ingresar al mundo mágico de las hadas.
      En la Introducción a su Psicoanálisis del cuento de hadas, Bruno Bettelheim afirma: “si deseamos vivir, no momento a momento, sino siendo  realmente  conscientes de nuestra existencia, nuestra necesidad más urgente  y difícil es la de   encontrar  un significado a nuestras vidas”. A lo largo del crecimiento de los niños son necesarias múltiples experiencias que le ayuden no sólo a comprender el mundo de los objetos que lo rodean sino a comprenderse a sí mismo, haciéndose capaz de comprender mejor a los otros y de relacionarse con ellos e un modo mutuamente satisfactorio y pleno de sentido. Encontrar sentido a la vida tiene que ver con no sentirse a merced de los caprichos del destino y, en cambio, lograr percibirse a uno mismo como alguien  satisfecho consigo y con lo que hace o lo que puede llegar a hacer en el futuro. Estos sentimientos positivos nos dan fuerza para desarrollar nuestra racionalidad y para sostenernos ante las adversidades con las que, inevitablemente, nos encontramos.
      Este autor señala que, en su experiencia como educador y terapeuta de niños perturbados, su principal tarea consistió en lograr que éstos encontraran algún sentido a su vida. A lo largo de esta experiencia, descubrió el potencial de los cuentos para ayudar a los niños a elaborar sus miedos y conflictos afectivos, a crear identificaciones positivas y formar referentes que les brinden seguridades en   su proceso de maduración.  De todos los tipos de cuentos con los que trabajó, encontró que los cuentos de hadas son especialmente adecuados para los chicos, ya que como verdaderas obras de arte, llaman su atención porque son capaces de divertirlo, excitar su curiosidad, estimular su imaginación, y enriquecer su vida, ayudándolos a desarrollar  su intelecto y clarificar sus emociones y ya que abordan las ansiedades y aspiraciones  de niño, lo hacen plenamente consciente de las dificultades que supone vivir y le ofrece soluciones a los problemas que le inquietan.
      Añade que, aunque en los cuentos populares de hadas no hay nada que enseñe a vivir en nuestra sociedad contemporánea, ya que fueron creados mucho antes de que las actuales condiciones de vida existieran, se puede aprender mucho de ellos, acerca de las condiciones interiores del ser humano. Estos cuentos hablan de los fuertes impulsos internos de un modo que el niño puede comprender inconscientemente y le ofrecen ejemplos de que las dificultades que lo apremian son superables. Según Bettelheim, éste es el mensaje que los cuentos de hadas transmiten a los niños de diversas maneras: “la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana, pero si uno no huye, sino que se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos alzándose, al fin, victorioso.”
      Esto no significa fomentar la pasiva aceptación de la realidad. Por el contrario, los cuentos de hadas enfrentan al niño con realidades duras, que constituyen conflictos humanos básicos. Muchas de estas historias comienzan con la muerte  de la madre o el padre (como Blancanieves y El gato con botas), o con una forzosa separación del niño y sus padres (como Hansel y Gretel), estas situaciones generan angustias profundas ya que dejan al protagonista en estado de des protección. En otros, un anciano padre decide que ha llegado el momento de que sus hijos tomen las riendas de su vida, pero antes de que esto ocurra, el sucesor del padre tiene que demostrar que es digno de ocupar su lugar, sorteando diferentes pruebas (como en las distintas versiones de Las tres plumas). Otros tratan temas como  la necesidad de ser amado y el temor a ser despreciado (como Cenicienta). En muchos de ellos se abordan problemáticas relativas a la maduración sexual (como en Juan sin miedo, que sólo pudo ser feliz cuando su mujer logró hacerlo temblar de miedo durante la noche de bodas y en la cama), las relaciones edípicas entre padres e hijos (como Piel de Asno, Blancanieves, etc.), los impulsos fratricidas (como en Cenicienta),  etc. Se trata siempre de profundos conflictos internos que se originan  en nuestros impulsos primarios y nuestras más violentas emociones humanas, a las que el niño está sujeto. Incapaz de expresar en palabras esos sentimientos, puede sugerirlos indirectamente: miedo a la oscuridad, a algún animal, angustia respecto del propio cuerpo.
El cuento de hadas toma estas inquietudes muy en serio, externaliza estos procesos internos y los representa por medio de personajes que, en la mayoría de los casos, carecen de nombre: el rey y la reina son sustitutos simbólicos del padre y la madre; el príncipe y la princesa, del chico y la chica; el menor de los hermanos, un pobre molinero, etc., son las formas de mencionar a los más pequeños y humildes, a quienes estas historias otorgan seguridad, mostrándoles que para ellos es posible llegar a un final feliz. Los cuentos que no hablan de ningún personaje en especial sino de tipos sociales, hablan de todos nosotros, de nuestros miedos, nuestras fortalezas y nos alientan a vivir.
      La forma en que estos cuentos presentan las situaciones conflictivas, responden plenamente a la mentalidad infantil. Prácticamente en todos los cuentos el bien y el mal toman cuerpo y vida en determinados personajes y sus acciones, del mismo en que están también omnipresentes en la vida real y cuyas tendencias se manifiestan en cada persona. Esta dualidad plantea un problema moral y exige una batalla para resolverlo.
      Por otra parte, dice Betelheim, “no carece totalmente de atractivos –simbolizado por el enorme gigante o dragón, por el poder de la bruja, o por la malvada reina de ‘Blancanieves’- y, a menudo ostenta, temporalmente, el poder. En la mayoría de los cuentos el usurpador  consigue, durante algún tiempo, arrebatar el puesto que, legítimamente corresponde al héroe, como hacen las perversas hermanas de Cenicienta. Sin embargo, el hecho de que el malvado sea castigado al terminar el cuento no es lo que hace que estas historias proporcionen una experiencia de educación moral”. El autor destaca la importancia de la convicción de que el crimen no resuelve nada, implícita en los finales de estos cuentos. Desde este punto de vista es importante que, en ellos, los personajes no son ambivalentes: una hermana es buena, honrada y trabajadora, la otra, es todo lo contrario, un hermano es listo y el otro es tonto, etc. Esta polarización permite al niño una fácil comparación entre ambos y le permite establecer identificaciones positivas. Algunos cuentos de hadas son amorales, como El gato con botas o Jack y la habichuela gigante.  Estos cuentos no pretenden establecer una distinción del bien y el mal sino mostrar al niño que hasta los más humildes pueden triunfar en la vida.
      Otra característica del pensamiento infantil  a la que se adaptan muy bien estas historias es el animismo.  En la mente del niño no es clara la división entre los seres animados e inanimados y, por otra parte, cualquier cosa que tenga vida, la tiene igual que los seres humanos. El niño está centrado en sí mismo y puede esperar que los animales le hablen como él habla con sus animales de verdad o de juguete. Es natural, para él, que los animales puedan guiar al héroe en los cuentos de hadas, que los hombres puedan convertirse en animales y viceversa. En cambio las historias realistas, que presentan el mundo desde el punto de vista racional del adulto van en contra de la experiencia del niño.
      En nuestra vida adulta, algunas características del cuento de hadas, como la intemporalidad, la indeterminación de la ubicación espacial, la omnipotencia mágica, el animismo, etc., sólo vuelven a aparecer en los sueños y en algunas manifestaciones artísticas. Del mismo modo en los adultos sabemos que una obra de arte no  “refleja” mecánicamente la realidad sino que toma una porción de ella y la elabora según sus propias reglas, el niño que se familiariza con los cuentos de hadas sabe que éstos le hablan de problemas reales, como  la imposibilidad de algunos padres de mantener a sus hijos, o una niña que debe ir sola hasta la casa de su abuela, pero no lo hacen con el lenguaje de la realidad. Estos relatos apelan al lenguaje simbólico.
      Esta característica es compartida con otros géneros literarios, como el mito, la leyenda, la saga y la fábula, con los que se halla emparentado históricamente en diversas culturas. De hecho, los cuentos maravillosos de origen anónimo y colectivo se hallan distribuidos en todos los países del mundo con sorprendente uniformidad. Como señala Cooper (1998) “cada país tiene sus propias tradiciones  en todo lo relacionado con lo sobrenatural: con  hadas buenas y malas, con gnomos benefactores o maléficos, con genios y poderes que debidamente controlados realizan maravillas pero si no se controlan, pueden resultar peligrosos”. Y agrega que la popularidad que han tenido estos cuentos en todo el mundo y en todas las épocas demuestra que tienen mucho que brindar tanto al niño como al adulto. Pero aunque son universales  y la transmisión oral los fue diversificando en muchísimas versiones (por ejemplo, a fines del siglo XIX Marion Cox llegó a recopilar 345 versiones de Cenicienta) sus temas de inspiración son muy limitados. Hay tramas argumentales que se repiten de un país a otro y de una época a otra,  sin contar todas las versiones  de obras literarias de autores que, a lo largo de los siglos tomaron  los mismos temas o algunos de sus personajes  para crear nuevas obras mediante relaciones de intertextualidad.
      Por otra parte, en muy pocos cuentos de hadas aparecen realmente las hadas. En la mayoría de ellos, como dice Tolkien, se cuentan “aventuras de los hombres en un Reino Peligroso de límites umbríos”. Esas aventuras reúnen elementos del mundo natural y de un mundo sobrenatural.  Y esta combinación es la que ofrece a los seres humanos una visión consoladora y esperanzadora frente a los conflictos de la vida. Presentarla a los niños en el lenguaje mágico de la razón poética es un medio apto y que no presenta riesgos para su formación intelectual. Al respecto, Bettelheim ofrece este ejemplo: “los antiguos egipcios, al igual que las criaturas, veían el cielo y el firmamento como un símbolo materno (Nut) que se extendía sobre la tierra para protegerla, cubriéndola serenamente a ella y a los hombres. Lejos de impedir que, posteriormente, el hombre desarrolle una explicación  una explicación más racional del mundo, esta noción ofrece seguridad  donde y cuando más se necesita: una seguridad que, llegado el momento, permite una visión verdaderamente racional del mundo. (...)los antiguos necesitaban sentirse protegidos y abrigados por una envolvente figura materna.  Despreciar una imagen protectora de este tipo,  como simples proyecciones de una mente inmadura, es privar al niño de un aspecto de seguridad y confort duraderos que necesita.” Y agrega que, nociones de este tipo, pueden coartar el desarrollo de la mente si  uno se aferra a ellas durante mucho tiempo, manteniendo dependencias infantiles de imágenes que otorgan seguridad. Pero también relaciona muchas formas de evasión de la realidad en la vida adulta con “experiencias formativas tempranas que impidieron  el desarrollo de la convicción de que la vida puede dominarse de manera realista”.
      Este, precisamente, es el gran núcleo de las literaturas anónimas y colectivas en las que los pueblos fueron plasmando su preocupación por la existencia humana: la trayectoria del hombre en el mundo, sus experiencias en la vida, su socialización, sus tribulaciones y su condición de individuo y miembro de una comunidad. Estos temas aparecen con frecuencia en los cuentos de hadas bajo la forma del Paraíso perdido y recobrado, ya que comienzan con una desgracia inicial que llega a un desenlace feliz, por eso estos cuentos tienen una gran capacidad de alivio para quien los cuenta y los escucha. Su riqueza simbólica permite a cada persona desencadenar sus propias imágenes visuales, acordes a sus necesidades que, incluso, pueden ser variables para el mismo individuo en distintos momentos de su vida.
      Por todas estas razones, y ante la dificultad de definir qué es un cuento de hadas, frente a otras formas literarias que se le aproximan, Bettelheim rescata una frase de Lewis Carroll, quien afirma que contarle a un niño uno de estos cuentos es hacerle “un pequeño regalo de amor.”

ió en Lomas de Zamora en 1960. Desde muy joven vive en San Carlos de Bariloche donde estudió el Profesorado en Enseñanza Primaria y luego el Profesorado en Letras en la Universidad Nacional del Comahue. Trabaja como docente y capacitadora de docentes y es escritora y cuentacuentos. Colaboró con publicaciones en  distintos medios literarios y en el año 2004 publicó su primer libro de cuentos para chicos: "Cuentos de Agua", a través del Grupo de Amigos del Libro Patagónico. En este momento tiene otros dos libros para chicos en preparación.




   Mundo de Letras
 Literatura
MORFOLOGÍA DEL CUENTO MARAVILLOSO O DE HADAS
por Anabel Sáiz Ripoll
Doctora en Filología
TEORÍA Y PRÁCTICA. “LA CENICIENTA”, DE LOS HERMANOS GRIMM I. EL CUENTO INFANTIL: INTRODUCCIÓN Y CLASIFICACIÓN

El cuento es un género literario de extraordinaria importancia, tanta que rebasa los límites de la literatura infantil y llega a la literatura adulta dejando, a veces, de ser patrimonio exclusivo de los niños, a los que tampoco iba destinado en un principio. El motivo parece claro: el cuento no nació como género infantil, sino como entretenimiento general; es, en otras palabras, un claro antepasado de la literatura. Además, gracias a los cuentos, se conservan antiguas costumbres de los pueblos y sus relaciones entre sí. El cuento, en definitiva, también es objeto de la investigación folklórica.
Con ello entramos en el carácter oral del cuento y, como tal, en su tradición transmitida de boca en boca, de generación en generación. No olvidemos que “cuento” viene de “contar”, de hablar, en fin. La literatura nació como algo oral, de ahí la importancia que tiene para nosotros el folklore de los pueblos primitivos, porque es la única forma de conocer su cultura, sus creencias y pensamientos.
Todos los cuentos considerados infantiles tienen una construcción similar. Presentan un principio y un final estereotipados y sus personajes muestran cualidades simples y muy marcadas. La descripición del espacio es escasa y las coordenadas temporales no son precisas. Cada personaje personifica un rol: o son muy buenos o muy malos, o muy bellas o muy feas, o muy listos o muy tontos, o muy pobres o muy ricos, o príncipes o mendigos. Todo esto responde a la psicología infantil, ya que en la mente del niño domina la polarización, porque no sabe ver, aún, que todos, en realidad, podemos ser buenos y malos a la vez.
Los cuentos surgen de una sociedad campesino-feudal, aunque la raíz última de los cuentos es antiquísima y se remonta a viejos mitos y leyendas. Es en la sociedad agraria estamental donde se han fraguado las formas actuales de los cuentos de encantamiento. Sus contenidos responden a esa estructura piramidal de la sociedad de príncipes, princesas, caballeros y vasallos o sirvientes.
El cuento tiene una misión concreta, que es preparar para el aprendizaje, iniciar en los ritos de socialización, ya que proporciona distintas claves sobre el futuro comportamiento que se espera del niño.
Los cuentos se habrían perdido en una maraña de versiones sí no se hubiesen preocupado de ello los recopiladores. Sin ellos, los estudios que se siguen realizando sobre el cuento no tendrían objetivo. Al cambiar la forma de vida, los pueblos habrían olvidado el hábito de narrar, y con él, habría desaparecido el último cuento.
A los hermanos Grimm debemos la recopilación de cuentos alemanes en el S. XIX y el inicio de este tipo de trabajos. Ellos realizaron prospecciones en la memoria del pueblo y utilizaron como fuente de información a amigos, a familiares, a dueños de viejas recopilaciones o archivos y, en fin, a todo aquel que, como su vieja sirvienta María, pudieran recordar alguno de esos relatos antiguos.

II. EL CUENTO MARAVILLOSO
El cuento maravilloso, mágico o de hadas, es el que ha sido más cultivado y el que ha merecido más estudios por parte de psicólogos y de pedagogos.
A veces se ha visto en los cuentos maravillosos o de hadas un perjuicio para los niños y se han sustituido por narraciones más morales o didácticas, aunque, así, se amputa una parte importante de la sensibilidad del niño. Hoy en día parece que estamos de acuerdo en los valores formativos que el cuento puede aportar en el desarrollo del niño. El componenente maravilloso hace que estos relatos penetren en el subconsciente del niño y lo liberen de sus miedos y frustraciones. Por eso cada niño tiene su cuento favorito, que no se cansa de leer o de escuchar. Es el cuento que le permite calmar sus temores, aliviar sus angustias, encontrar nuevas salidas a las incógnitas que se plantea.
El niño, gracias a los cuentos de hadas, se orientará en el mundo e irá entendiendo mejor qué es lo que se espera de él porque esas historias hacen referencia a los problemas humanos universales -a los que más desasosiegan al niño- y estimulan al niño a tomar sus propias decisiones, a la vez que le permiten templar el ánimo y superar estadios edípicos, narcisistas o rivalidades fraternas. Los cuentos de hadas llevan un mensaje implícito que los niños captan muy bien: la vida trae complicaciones y adversidades; pero hay que enfrentarse a ellas, por muy injustas y dolorosas que sean, para superarlas y obtener la victoria.

III. MORFOLOGÍA DEL CUENTO MARAVILLOSO
Vladimir Propp, un formalista ruso, se ha dedicado a investigar las coincidencias de los cuentos a través de una morfología del cuento maravilloso. En su «Morfología del cuento» (1928), Propp, fundamenta el análisis histórico de los cuentos relacionando materiales etnológicos de África, América, del mundo clásico europeo, del Antiguo Oriente y de la cuentística popular rusa, y llega a la conclusión de que los cuentos son reflejo, históricamente localizable, de concepciones místicas anteriores.
En su investigación, Propp, formula 31 funciones que equivalen a una relación sistematizada de las acciones que podemos encontrar en las narraciones de transmisión oral, tanto las que derivan de una tradición popular, como las que vienen de una tradición culta.
Propp extrae de sus estudios tres principios básicos:
1. Los elementos constantes y estables del cuento, son las funciones de los personajes, con independencia de quien las ejecute o de su forma de ejecución.
2. El número de funciones (o acciones) que se suceden en el cuento, es limitado.
3. La sucesión de funciones es siempre idéntica.
A continuación, veremos las 31 funciones de Propp que, a su vez, se pueden agrupar dentro del esquema básico de la estructura narrativa:
1. Planteamiento (I-VI)
2. Nudo y desarrollo (VIII-XVIII)
3. Desenlace (XIX-XXXI)
Estas son las 31 funciones de Propp:
I. Alejamiento: uno de los miembros de la familia se aleja de la casa.
II. Prohibición: sobre el protagonista recae una prohición.
III. Transgresión: se transgrede la prohibición.
IV. Interrogatorio: el agresor intenta obtener noticias.
V. Información: el agresor recibe información sobre la víctima.
VI. Engaño: el agresor intenta engañar a su víctima para apoderarse de ella o de sus bienes.
VII. Complicidad: la víctima se deja engañar y ayuda así a su enemigo, a su pesar.
VIII. Fechoría: el agresor daña a uno de los miembros de la familia o le causa perjuicios.
VIII. La Carencia: algo le falta a uno de los miembros de la familia uno de los miembros de la familia tiene ganas de poseer algo.
IX. Mediación, momento de transición: se divulga la noticia de la fechoría o de la carencia, se dirigen al héroe con una pregunta o una orden, se le llama o se le hace partir.
X. Principio de la acción contraria: el héroe-buscador acepta o decide actuar.
XI. Partida: el héroe se va de su casa.
XII. Primera función del donante: el héroe sufre una prueba, un cuestionario, un ataque, etc, que le preparan para la recepción de un objeto o de un auxiliar mágico.
XIII. Reacción del héroe: el héroe reacciona ante las acciones del futuro donante.
XIV. Recepción del objeto mágico: el objeto mágico pasa a disposición del héroe.
XV. Desplazamiento: el héroe es transportado, conducido o llevado cerca del lugar donde se halla el objeto de su búsqueda.
XVI.Combate: el héroe y su agresor se enfrentan en un combate.
XVII. Marca: el héroe recibe una marca.
XVIII.Victoria: el agresor es vencido.
XIX. Reparación: la fechoría inicial es reparada o la carencia colmada.
XX. La vuelta: el héroe regresa.
XXI. Persecución: el héroe es perseguido.
XXII. Socorro: el héroe es auxiliado.
XXIII. LLegada de incógnito: el héroe llega de incógnito a su casa o a otra comarca.
XXIV. Pretensiones engañosas: un falso héroe reivindica, para sí, pretensiones engañosas.
XXV. Tarea difícil: se propone al héroe una tarea difícil.
XXVI. Tarea cumplida: la tarea es realizada.
XXVII. Reconocimiento: el héroe es reconocido.
XXVIII. Descubrimiemto: el falso héroe o el agresor, el malvado, queda desenmascarado.
XXIX. Transfiguración: el héroe recibe una nueva apariencia.
XXX. Castigo: el falso héroe o el agresor es castigado.
XXXI. Matrimonio: el héroe se casa y asciende al trono.
Propp, posteriormente, estudió los personajes, ya que las funciones se sustentan por unos ejes (actantes) que realizan estas funciones, que siempre se repiten. Así definió el cuento maravilloso como el compuesto por estos siete protagonistas o personajes (actantes):
1. Antagonista o agresor
2. Donante
3. Auxiliar (obtejo mágico)
4. Princesa
5. Mandatario
6. Héroe
7. Falso héroe.
Greimas, a quien seguiremos aquí, habla de 6 actantes:
1. Sujeto (S): personaje que realiza o protagoniza la acción.
2. Objeto (O): objetivo que mueve al protagonista tanto por deseo como por rechazo. Puede ser persona, objeto, cosa o idea.
3. Emisor (E): es el que impulsa al sujeto a actuar. Puede ser una situación, una idea, un objeto o una persona.
4. Oponente (Op): es el que interfiere en la acción del sujeto. Es el obstáculo, que puede ser persona, situación o cosa.
5. Destinatario (D): es el que recibe directa o indirectamente el beneficio o perjuicio del sujeto: una persona o una situación
6. Ayudante (A): es el que favorece la acción del sujeto: persona o situación.


CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO FANTÁSTICO-MARAVILLOSO
conocido como CUENTO DE HADAS
1-TIEMPO: Indeterminado, comienza con "Érase una vez..." o "Había una vez..." para dar una idea de hechos lejanos atemporales logrando mayor universalidad. Son hechos "fuera del tiempo".
2- ESPACIO: Al igual que el tiempo es INDETERMINADO, pero nos pone en un marco que nos remite al paisaje de la EDAD MEDIA: Castillos, comarcas, bosques y lugares irreales como palacios que surgen al final de una enredadera gigante o árboles de plata oro.
3- PERSONAJES: Son propios de estos cuentos: Por un lado hay un desfile de gente de la nobleza como princesas, príncipes azules y reyes. Por el lado del pueblo aparecen aldeanas, cazadores, soldados y otros. Como personajes mágicos encontramos enanos, ogros, hadas, brujas, animales que hablan, etc.
4- PERSONAJES PLANOS: Los personajes son planos, es decir que representan una idea simple, determinada sin términos medios o grises: El bueno, el malo, el envidioso, el ayudante, etc. No evolucionan ni tienen complejidad psicológica.
4- MAGIA Y HECHICERÍA: Los hechos son irreales y no tienen lógica en el mundo real, es decir que no siguen la relación causa-consecuencia y no cumplen con las reglas de la ciencia. Por otro lado ni el lector, ni los personajes, ni el narrador los cuestionan o piden explicaciones; porque todos toman estos hechos como parte de la normalidad dentro del mundo de estos cuentos.
6- OBJETOS MÁGICOS: Al igual que algunos personajes, es notable la presencia de objetos como anillos, capas, pociones, talismanes, etc. que le otorgan un poder mágico o un hechizo, usados tanto para el bien como para el mal.
5. RITMO TERNARIO O REGLA DEL TRES: Para una mejor comprensión de los hechos, sobre todo teniendo en cuenta que tienen origen en la tradición oral y fueron destinados a gente simple sin estudios (hoy a los niños); resulta más fácil de retener el número TRES, tanto en los personajes como en los hechos.
6- ASCENSO SOCIAL: Todos estos cuentos presentan un ascenso social de los personajes principales, quienes se ven favorecidos por los hechos y terminan ascendiendo socialmente al selecto grupo de la nobleza, ya sea por casarse con el príncipe o princesa como por ser favorecido de alguna manera por el rey.
7- PRUEBAS: Pero para poder lograr ese ascenso es necesario que el protagonista supere una serie de pruebas, lo que desarrollará el avance narrativo de la historia. A veces necesita hacer un viaje, enfrentar a un ser maligno, descubrir un secreto, etc.
8- CASTIGO: Tanto aquellos personajes que no logran cumplir las pruebas como los que representan el mal, son castigados; a veces con la muerte, el exilio, la desaparición mágica, la transformación a partir de un hechizo, etc.
9- PREMIO y FINAL FELIZ: Por el contrario, los protagonistas son premiados con un casamiento, reconocimiento social, ascenso social, bienes, etc. 
10- INTENCIÓN MORALIZANTE: Estos cuentos plantean temas que tienen que ver con los deseos y defectos humanos: El AMOR, la ENVIDIA, la BELLEZA FÍSICA, las TENTACIONES, las PROHIBICIONES, la HUMILDAD, la SOBERBIA, etc. Al triunfar el BIEN sobre el MAL dejan entrelíneas un mensaje positivo y educativo que da una visión esperanzadora y justa de la humanidad, dejando una enseñanza simple y clara.


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