miércoles, 24 de julio de 2013

CIENCIA FICCIÓN ARTÍCULO Nº 1

Artículo Nº 1
Ciencia ficción
La ciencia ficción es la denominación popular con que se conoce a uno de los géneros derivados de la literatura de ficción, junto con laliteratura fantástica y la narrativa de terror. Nacida como subgénero literario distinguido en la década de 1920 (aunque hay obras reconocibles muy anteriores) y exportada posteriormente a otros medios, como el cinematográfico, historietístico y televisivo, gozó de un gran auge en la segunda mitad del siglo XX debido al interés popular acerca del futuro que despertó el espectacular avance tanto científico como tecnológico alcanzado durante todos estos años.
Es un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco puramente imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales. La acción puede girar en torno a un abanico grande de posibilidades (viajes interestelares, conquista del espacio, consecuencias de una hecatombe terrestre o cósmica, evolución humana a causa de mutaciones, evolución de los robots, realidad virtual, existencia de civilizaciones alienígenas, etc.). Esta acción puede tener lugar en un tiempo pasado, presente o futuro, o, incluso, en tiempos alternativos ajenos a la realidad conocida, y tener por escenario espacios físicos (reales o imaginarios, terrestres o extraterrestres) o el espacio interno de la mente. Los personajes son igualmente diversos: a partir del patrón natural humano, recorre y explota modelos antropomórficos hasta desembocar en la creación de entidades artificiales de forma humana (robot, androide, ciborg) o en criaturas no antropomórficas, dotadas de inteligencia.

Introducción

Entre los estudiosos del género no se ha podido llegar a un consenso amplio sobre una definición formal, siendo éste un tema de gran controversia. En general se considera ciencia ficción a los cuentos o historias que versan sobre el impacto que producen los avances científicos, tecnológicos, sociales o culturales, presentes o futuros, sobre la sociedad o los individuos.
Una definición posible del género es la propuesta por los escritores Eduardo Gallego y Guillem Sánchez en su artículo ¿Qué es la ciencia-ficción?1
La ciencia ficción es un género de narraciones imaginarias que no pueden darse en el mundo que conocemos, debido a una transformación del escenario narrativo, basado en una alteración de coordenadas científicas, espaciales, temporales, sociales o descriptivas, pero de tal modo que lo relatado es aceptable como especulación racional.
Eduardo Gallego y Guillem Sánchez, ¿Qué es la ciencia-ficción?
Su nombre deriva de una traducción demasiado literal del término en inglés, ya que la traducción apropiada siguiendo las reglas del castellano sería «ficción de/sobre la ciencia» o «ficción científica». Si bien muchos expertos opinan que debería utilizarse éste último, la costumbre está demasiado extendida y sólo muy pocos lo utilizan.
En inglés también se puede escribir con un guion de unión cuando el término precede a un sustantivo, como science-fiction novel, cuya abreviatura es «sci-fi». Este uso anglosajón del guion ha dado lugar a nuevos malentendidos lingüísticos pues el guion en español aglutina sustantivos donde el segundo modifica al primero,2 es decir, al contrario que en inglés. Por tanto el uso «ciencia-ficción» en castellano se distancia aún más del significado original en inglés. En castellano también se utilizan las iniciales «CF» para referirse al género.

Historia de la literatura de ciencia ficción

El término «ciencia ficción» fue acuñado en 1926 por Hugo Gernsback cuando lo incorporó a la portada de una de las revistas de narrativa especulativa más conocidas de los años 1920 en Estados Unidos: Amazing Stories (Véase revistas de ciencia ficción). El uso más temprano del mismo parece datar de 1851 y es atribuido a William Wilson, pero se trata de un uso aislado y el término no se generalizó con su acepción actual, hasta que Gernsback lo utilizó de forma consistente (después de hacer un intento previo con el término «scientifiction» que no llegó a cuajar).
Es muy posible que hoy se usara la palabra «cientificción», pero Gernsback se vio obligado a vender su primera publicación, que tenía ese nombre. Sin darse cuenta, había vendido los derechos sobre el término y muy a pesar suyo se vio obligado a dejar de usarlo y utilizar en su lugar el término «ciencia ficción».
De modo, que hasta el año 1926 la ciencia ficción no existía como tal. Hasta esa fecha las narraciones que hoy día no dudamos en calificar de ciencia ficción recibían diversos nombres, tales como «viajes fantásticos», «relatos de mundos perdidos», «utopías», «romances científicos» o «novelas científicas».
El canadiense John Clute denomina a esta época anterior a la eclosión del género proto ciencia ficción.

Proto ciencia ficción y ciencia ficción primitiva (1818-1937)

Para muchos la primera obra de ciencia ficción con contenidos similares a los del género, tal y como hoy se entiende, se remonta a 1818, año en que es publicado Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary Shelley. Aunque algunos ven elementos de ciencia ficción en leyendas y mitos muchos siglos antes. En la mitología griega, se cuenta que Dédalo, el padre de Ícaro y constructor del laberinto de Minos, construyó estatuas de madera que eran capaces de moverse solas (¿una primitiva referencia a los modernos robots?). Y en el folclore judío también está presente el mito del Golem. Incluso el viaje a la Luna fue objeto de iniciativas literarias antes de 1818. Luciano de Samosata, siglo II, en una novela corta, Historia Verdadera, relata un viaje a la Luna en un barco arrastrado por una providencial tromba de agua. Sin embargo, las más conocidas primerizas historias de viajes a la Luna son la de Cyrano de Bergerac, en el siglo XVII, y la del Barón de Münchhausen, siglo XVIII. Sin embargo, Carl Sagan e Isaac Asimov coinciden en que Somnium (1623) deJohannes Kepler es el primer relato de ciencia ficción como tal. Somnium describe a un aventurero que viaja a la Luna y muestra la preocupación de Kepler por el tema de cómo se verían los movimientos de la Tierra desde la Luna.
Habrá algunos que cuestionen la calificación de estas obras como ciencia ficción (ni siquiera como proto ciencia ficción). El propio John Clute excluye la obra de Bergerac frente a otros que consideran que Otros Mundos es auténtica ciencia ficción, ya que a pesar de estar escrito en tono de comedia recurre a los términos científicos de la época. En cualquier caso, cualquiera de estos clásicos cuentos heredan gran parte del espíritu del racionalismo cartesiano del siglo XVII que sentó las bases de la ciencia moderna.
Resulta difícil establecer límites. Clute, en su enciclopedia ilustrada, pone en duda la existencia del género antes de finales del siglo XVII pero cita como precursor a Tomás Moro; que en su más famosa obra, Utopía (1516), describe en forma de narración una sociedad perfecta que reside felizmente en la isla Utopía.
Sin embargo, como se comenta más arriba, casi todos los expertos reconocen que la obra que supuso un antes y un después en la concepción de la literatura de ficción científica fue la obra de Shelley.
Los primeros años tras la aparición de Frankenstein dieron pocos frutos. Se puede destacar quizá otra de las obras de Shelley como El último hombre.
En los años 30 del siglo XIX, el estadounidense Edgar Allan Poe anticipó igualmente la narrativa de ciencia ficción (o ficción científica) en relatos como La incomparable aventura de un tal Hans Pfaal, El poder de las palabras, Revelación mesmérica, La verdad sobre el caso del señor Valdemar, Un descenso al Maelström, Von Kempelen y su descubrimiento, etc.3 Dichos relatos reúnen algunos de los elementos primitivos de la ciencia-ficción, como el mesmerismo y los viajes en globo —muy en boga en aquella época— y la especulación cosmológica, también presente en su visionario ensayo Eureka, en el cual parecen describirse los agujeros negros y algo parecido al Big Crunch (op. cit. p. 11).
Posteriormente, en la década de 1850 aparece el que probablemente pasa por ser uno de los autores más prolíficos del siglo XIX en el campo de las aventuras de corte científico: Julio Verne, quien en 1863 publica su primera obra con contenido de ficción científica: Cinco semanas en globo. La aparición de esta obra supone un hito. A partir de su publicación, este género empieza a transformar sus intenciones. La ciencia subyacente pasa de ser un motivo de inquietud o de preocupación por lo desconocido, a ser un soporte de historias de aventuras y descubrimientos.

Ciencia ficción primitiva

Europa


La rama europea de la ciencia ficción comenzó propiamente a finales del siglo XIX con los romances científicos de Julio Verne (1828-1905), cuya ciencia se centraba más bien en invenciones, así como con las novelas de crítica social con orientación científica de H. G. Wells (1866-1946). Sin embargo, aunque Wells suele ser reconocido como el gran iniciador del género, Roger Luckhurst demuestra que solo fue el más influyente de una corriente que comenzó pocos años antes.
Wells y Verne rivalizaron en la primitiva ciencia ficción. Los relatos y novelas cortas con temas fantásticos aparecieron en las publicaciones periódicas en los últimos años del siglo XIX, y muchos de ellos emplearon ideas científicas como una excusa para lanzarse a la imaginación. Aunque es más conocido por otros trabajos, Sir Arthur Conan Doyle también escribió ciencia ficción. El único libro en el que Charles Dickens se aventura en el territorio de la especulación científica y los extraños misterios de la naturaleza (en contraposición a los claramente sobrenaturales fantasmas de Navidad) fue en su novela Bleak House (1852) en la que uno de sus personajes muere por «combustión humana espontánea». Dickens investigó casos registrados de tal efecto antes de escribir sobre el tema para ser capaz de contestar a los escépticos que se escandalizaran con su novela.
El siguiente gran escritor británico de ciencia ficción tras H. G. Wells fue John Wyndham (1903-1969). A este autor le gustaba referirse a la ciencia ficción con el nombre de «fantasía lógica». Antes de la Segunda Guerra Mundial Wyndham escribió exclusivamente para las revistas pulp, pero tras la contienda se hizo famoso entre el público en general, más allá de la estrecha audiencia de los fans de la ciencia ficción. La fama le vino de la mano de sus novelas El día de los trífidos (1951), El kraken acecha (1953), Las crisálidas (1955) yLos cuclillos de Midwich (1957)
Fuera del ámbito anglosajón hay que destacar la figura de Karel Čapek, introductor del término robot en su obra teatral R.U.R. y creador del clásico de la ciencia ficción La guerra de la salamandras en 1937.
España
Mucho tiempo antes de que la novela de H.G. Wells, La máquina del tiempo, viera la luz, el escritor Enrique Gaspar ya había publicado una novela sobre viajes temporales. De su imaginación nació Anacronópete, que podría ser considerada como la primera novela en la que una máquina del tiempo aparece como elemento central. Editada en Barcelona a principios de 1887. No obstante, a finales del siglo XIX y principios del XX, numerosos escritores de prestigio escriben relatos, novelas y obras de teatro de ciencia ficción, como por ejemplo Unamuno, Azorín, Blasco Ibáñez, Agustín de Foxá, Ramiro de Maeztu o Jardiel Poncela. Muchos de estos relatos fueron publicados en una antología por Santiáñez-Tió e incluso se van editando poco a poco textos inéditos o de difícil acceso.
Estados Unidos
En los Estados Unidos de Norteamérica el género puede remontarnos a Mark Twain y su novela Un yanqui en la corte del Rey Arturo, una novela que exploraba términos científicos aunque fueran enmarcados en una ficción caballeresca. Mediante el recurso a la «transmigración del alma» y la «transposición de épocas y cuerpos» el yankee de Twain es transportado hacia atrás en el tiempo y arrastra consigo todo el conocimiento de la tecnología del siglo XIX. Los resultados son catastróficos, ya que la caballeresca aristocracia del Rey Arturo se ve pervertida por el notable poder de destrucción que ofrecen máquinas como las ametralladoras, los explosivos y el alambre de espino. Escrita en 1889, Un yankee parece predecir sucesos que tendrían lugar 25 años después en 1914, cuando las viejas ideas caballerescas europeas en lo tocante al arte de la guerra acabarían hechas pedazos por las armas y las tácticas de la Primera Guerra Mundial.
Otro autor que escribió algunas historias de este tipo es Jack London. El autor de las novelas de aventuras en el salvaje Yukon, Alaska, y el Klondike, también escribió historias sobre extraterrestres (The Red One), sobre el futuro (El talón de hierro) o sobre los conflictos del futuro (La invasión sin precedentes). También escribió una historia sobre la invisibilidad y otra sobre un arma de energía para la que no existía defensa alguna. Estas historias impactaron en el público estadounidense y comenzaron a perfilar algunos de los temas clásicos de la ciencia ficción.
Pero el autor estadounidense que mejor simboliza el nacimiento en Estados Unidos de la ciencia ficción como género de masas es Edgar Rice Burroughs quien, poco antes de la Primera Guerra Mundial, publica Bajo las lunas de Marte (1912) en varios números de una revista especializada en aventuras. Burroughs siguió publicando en este medio durante el resto de su vida, tanto fantasía científica como historias de otros géneros (misterio, horror, fantasía y, cómo no, su personaje más conocido: Tarzán); pero, las historias de John Carter (ciclo de Marte) y Carson Napier (ciclo de Venus), aparecidas en aquellas páginas, hoy día se consideran joyas de la ciencia ficción más temprana.
No obstante, el desarrollo de la ciencia ficción estadounidense como género literario específico hay que retrasarlo hasta 1926, año en el que Hugo Gernsback funda Amazing Stories, creándose la primera revista dedicada exclusivamente a las historias de ciencia ficción. Por otra parte, dado que como es bien conocido, fue él quien eligió el términoscientifiction para describir a este género incipiente, el nombre de Gernsback y el vocablo al que dio origen han quedado unidos para la posteridad. Las historias que se publicaban en ésta y otras exitosas revistas pulp (Weird Tales, Black Mask...), no gozaban del aval de la crítica seria, que en su mayoría las consideraban sensacionalismo literario, sin embargo fue en estas revistas, que mezclaban a partes iguales la fantasía científica con el terror, donde empezaron a brillar algunos de los grandes nombres del género, comoHoward Phillips Lovecraft, Fritz Leiber, Robert Bloch, Robert E. Howard, etc. Todo ello atrajo a muchos lectores a las historias de especulación científica propiamente dicha.

La Edad de Oro (1938-1950)

Con el surgir en 1938 del editor John W. Campbell y su actividad en la revista Astounding Science Fiction (fundada en 1930) y con la consagración de los nuevos maestros del género: Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Robert A. Heinlein, la ciencia ficción empezó a ganar estatus como género literario, especialmente con este último, que fue el primer autor que consiguió que se editaran historias del género en publicaciones más generales, y fue también el que le dio mayor madurez al género e influyó poderosamente en su desarrollo posterior.
Las incursiones en el género de autores que no se dedicaban exclusivamente a la ciencia ficción también generaron un mayor respeto hacia el mismo; caben destacar Karel Čapek, Aldous Huxley, C.S. Lewis y en castellano Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges.
Después de la Segunda Guerra Mundial se produce una transición del género. Es la época en la que los cuentos empiezan a ser desplazados por las novelas y los argumentos ganan en complejidad. Las revistas mostraban llamativas portadas con monstruos de ojos de mosca y mujeres medio desnudas, dando una imagen atrayente para lo que era su público principal: los adolescentes. Se fundan nuevas revistas: hasta 15 nuevas publicaciones en un sólo año; y alguna incluso atraviesa el océano Atlántico como la francesaGalaxie (prima hermana de la estadounidense Galaxy que empieza a publicarse el año 1950), pero ahora el género empieza a salir del terreno exclusivo del pulp.

La Edad de Plata (1951-1965)

Posiblemente, el que puede tal vez considerarse como primer título notable de la posguerra no fue escrito por un autor habitualmente catalogado como escritor de ciencia ficción y, de hecho, el libro ni siquiera fue catalogado como tal por su editor; pero sin duda lo es, y le dio a su autor fama mundial; nos referimos a 1984 (1948) de George Orwell. Pero la mejor tarjeta de visita del período de los 50 es su interminable lista de escritores que han sido la columna vertebral del género hasta casi finales de siglo: Robert A. Heinlein, Isaac Asimov, Clifford D. Simak, Arthur C. Clarke, Poul Anderson, Philip K. Dick, Ray Bradbury, Frank Herbert, Stanislav Lem y muchos otros.
En cuanto a los títulos, de esta época son libros que hoy son considerados clásicos: Crónicas marcianas o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Mercaderes del espacio de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth, Más que humano de Theodore Sturgeon; sin olvidar El fin de la eternidad de Isaac Asimov, y Lotería solar o El hombre en el castillo de Philip K. Dick. Algunas de ellas serían adaptadas al cine o la televisión; La naranja mecánica de Anthony Burgess es un buen ejemplo de ello. También es en esta época cuando empiezan a otorgarse los premios Hugo, cuya primera edición fue en 1953.
En realidad, pese a que desde el punto de vista académico se ha venido en calificar como «edad de oro» a la etapa comprendida entre los años 1938 y 1950, para muchos, esta época debería extenderse unos quince años.
Otra novela importante de este período es Dune (1965) de Frank Herbert.

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